MODELOS DE HACER POLITICA

01/12/2016 | Jose Antonio Suso

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MODELOS DE HACER POLITICA

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Yo no sé si al PP le ha quedado del todo claro que la etapa del rodillo ha llegado a su fin; que ya no cuenta con mayoría absoluta en el Congreso y que tendrá que aprender a gobernar de otra manera. Rajoy puede quitarse ya la venda de los ojos porque en lo poco que llevamos de legislatura la oposición ha comenzado a revertir sus atropellos, fruto de la mayoría absoluta. Esta misma semana hemos acudido en el Congreso de los Diputados a una modificación de una ley, la LOMCE, que se sostuvo contra viento y marea durante la pasada legislatura y que  llegó a convertir en santo y seña legislativa. Pues bien, tras un rechazo muy mayoritario del Parlamento, y la contestación de toda la sociedad, el ministro ha decidido, aceptar importantes cambios en la misma, demandados desde su aprobación. 

Algo parecido ocurrirá seguramente  con la llamada “ley mordaza” cuya derogación pedía anteayer mismo la Cámara Baja. Estamos ante normas aprobadas la pasada legislatura aprovechando su mayoría absoluta; estamos, en definitiva, ante cuatro años de excesos que comienzan a derribarse.

Y es lo que ocurre cuando las mayorías se vuelven soberbias. Aunque tengan plena legitimadpara tomar, democráticamente hablando, decisiones, si no cuentan con un suficiente consenso, se tornan en armas arrojadizas que se lanzan entre los diferentes partidos para, sin solucionar los problemas que se pretendían, abordar e incrementar las brechas sociales y políticas.

La mayoría parlamentaria permite, con cierta tranquilidad, la gestión del día a día de cualquier institución, pero no habilita necesariamente para aprobar la legislación de los grandes temas sociales, siempre que tenga pretensión de durabilidad en el tiempo y de sosiego social, que deben ser fruto del mayor consenso y negociación

El modelo de aprovechar una mayoría absoluta coyuntural para darle en solitario una vuelta subjetiva a todos los grandes temas del País es, aparte de cegata con una realidad social compleja, un modo de abrir trincheras sociales que ahondan las tensiones y dificultan la búsqueda de soluciones conjuntas. Muchas veces, la mayoría absoluta supone hacer un camino en solitario en el que las leyes son exclusivamente aprobadas con los únicos votos del grupo mayoritario. Una vez pasada esa mayoría absoluta se intentan dar muestras de empatía y de querer un deshielo de relaciones, pero esa mutación siempre será costosa. Tras aplanar al resto con la soberbia de la mayoría, resulta muy complejo restablecer relaciones.

Es evidente, y conocemos muy bien, que el rumbo de un país, una nación o un municipio puedeestar en manos de un solo partido. Pero es evidente también, que ese partido  puede tener la grandeza política de buscar acuerdos más amplios y gobernar realmente para todos. O puede no tenerla. A muchos les falta cultura de pacto y les sobra desdén hacia las minorías. Afortunadamente, Euskadi está imbuida de esa tradición pactista. Los acuerdos entre diferentes son frecuentes y los oponentes son vistos no como enemigos sino como posibles futuros aliados. 

Si tras las elecciones vascas se ha dado una lección de cómo hacer las cosas frente a los enredos electorales españoles, lo vivido la pasada semana en el Parlamento Vasco y en la Casa de Juntas de Gernika ha supuesto un paso más en un modo de hacer política basado en el acuerdo, el pacto y el consenso.

Con el liderazgo de Iñigo Urkullu, EAJ-PNV llegó la pasada semana a un acuerdo de gobierno con el PSE, lo que en sí mismo supone un acuerdo entre diferentes para abordar la diversidad de problemas que acosan a la sociedad vasca. Más allá de ese pacto, el debate de investidura y las palabras del ya reelegido Lehendakari representaron un avance en el camino para la ampliación de ese acuerdo al resto de fuerzas políticas, las cuales, al menos en principio, respondieron positivamente.

Independientemente de unas mayorías u otras, los grandes temas, entre los que figuran el nuevo estatus o la consolidación de la  convivencia, requieren de grandes acuerdos, de consensos, de generosidad y de saber ceder para lograr unos avances estables, sólidos y que unan a la sociedad.

Frente a la imposición de mayorías monoideológicas , una mayoría que, tras perderse,  obliga a negociar para evitar nuevas derrotas, parece más lógico y más democrático el modelo de Urkullu y del PNV para tratar los grandes temas desde el máximo consenso y sin imposiciones.

Siempre es más fructífero el pacto, siempre es más duradero lo acordado y siempre hace más sociedad lo que afectándonos a todas y todos, se construye con mayorías que piensan diferente.