SAN ISIDRO

18/05/2017 | Jose Antonio Suso

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SAN ISIDRO

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Constituía hace seis décadas el eje económico del territorio alavés. Tiempo en el que Araba iba unida al calificativo de “rural”. Tiempos en los que la agricultura y la ganadería suponían la mayor fuente de empleabilidad.

Los años 60 vinieron acompañados de una explosión industrial que derivó en la salida de un buen número de efectivos humanos de los pueblos alaveses, atraídos por las oportunidades que los nuevos empleos industriales parecían ofrecer y las comodidades que albergaba una ciudad en pleno auge. El cambio en el entramado rural fue drástico. Inversamente proporcional al que se vivía en la capital. La reducción de las personas empleadas en el sector y la merma del número de explotaciones agro-ganaderas fue más que perceptible. En Alava el peso de esta actividad económica ha pasado, en estos años, del 70 al 3% del PIB.

Este lunes pasado celebré el día de San Isidro. Lo hice firmemente convencido de la necesidad de contar con un sector agro-ganadero potente por una razón que podría trascender las grandes cifras económicas ya que la vinculo a una motivación mucho más sencilla: la necesidad vital del género humano de proveerse de alimentos.

La agricultura no descansa. Como la materia se trasforma. Y lo hace gracias a la inversión de capital y al esfuerzo humano de aquellos y aquellas que hacen de la tierra algo productivo. Con incertidumbre, eso sí. No sólo por aquello de mirar al cielo todos los días para intuir si un revés climatológico se lleva al traste el trabajo de todo un año. Los precios de mercado, la globalización de la economía, la necesaria competitividad que obliga a grandes inversiones,… son fuente de incertidumbre y preocupación campaña tras campaña para una de las economías más abiertas del mundo.

El valor de la agricultura es innegable. Es una forma de vida en la que se está implicando un nuevo número de jóvenes que toman el relevo a generaciones anteriores. Jóvenes muy preparados, volcados en la mejora de la productividad y de las estructuras agrarias. Comprometidos con la defensa del medio natural, con el valor de la agricultura Km.0 de alimentos de calidad, con los mayores estándares de seguridad alimentaria sabiendo que su quehacer es algo más que una actividad económica, manteniendo vivo y cuidado el extenso medio rural alavés, del que disfrutamos todos.

Comparto ese criterio. Por ello, es responsabilidad de todos y todas (asumo la mía) de hacer entender a los más pequeños que el sector agro-ganadero es fundamental para la sociedad en cualquier parte del mundo; para hacerles comprender las dificultades de los procesos que hacen llegar los alimentos de su lugar de origen a la mesa porque la leche sale de la vaca, no del tetra brick; para que veamos, detrás de cada alimento, el esfuerzo personal de las y los agricultores y ganaderos alaveses. La agricultura 4.0 está muy lejos de llegar. Afortunadamente.