Noelia, Blanca Esther, Ana Belén, … nombres comunes que pierden tal condición al tratarse de la vizcaína, la navarra y la alavesa que forman parte de ese grupo de 50 mujeres  (sin olvidar a 5 de sus hijos/as) asesinadas por sus parejas durante 2017. Mujeres reales; personas semejantes a mí, a mis hijas, a mi compañera, a mi madre y a todas las mujeres a las que se ha hecho daño, a las que se ha violentado, a las que se ha discriminado, a las que se ha despreciado y a las que se ha asesinado.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional para la eliminación de la  violencia contra las mujeres. Un día concreto en el calendario para realizar una llamada de atención que debe extenderse al resto de los 364 días del año.

La violencia contra la mujer no sabe de fronteras ni de edades ni de ideologías ni de estratos sociales. Se ha convertido en una lacra que denigra a nuestra sociedad. Los datos conocidos, y las realidades que se ocultan, arrojan una dimensión dolorosa, un espacio íntimo de rabia, una reacción pública de rechazo e intolerancia. Y las mujeres, todas las mujeres valientes, de aquí y de allá, están levantando sus manos, están enseñándonos cómo no transigir, cómo denunciar, cómo no permitir, cómo construir en igualdad enseñándonos desde su fortaleza , desde su unión, desde su convencimiento, desde esa voluntad de no agachar la cabeza que comparto con mi pareja y con mis hijas.  

En nuestra sociedad  perviven actitudes que permiten y legitiman ataques y comportamientos sexistas, que justifican las agresiones o que banalizan las conductas discriminatorias contra las mujeres. Comportamientos que no distinguen de edades, incluidos los tramos más jóvenes. Desalentador. Es por ello que nos tenemos que poner a generar un cambio de valores profundo; en clave de igualdad, respeto, libertad y autonomía. Un cambio que está en nuestras manos, en nuestra casa, en nuestro trabajo, en romper nuestros silencios.

Es de reconocer el trabajo realizado desde lo institucional. Un trabajo en el que se ha conjugado el firme y enérgico rechazo de cualquier expresión de violencia contra las mujeres con la adopción de actuaciones en diferentes ámbitos como son: la prevención, detección, atención, protección, coordinación,… Trabajo que, muy seriamente, las instituciones deben proseguir para alcanzar un contundente mapa de “tolerancia 0”. Trabajo firme y enérgico de rechazo de cualquier expresión de violencia contra las mujeres en todas sus dimensiones, con un apoyo permanente  a la labor realizada por el movimiento asociativo de mujeres.

Este año en Alava 1.045 mujeres han elevado denuncia por violencia de género ante la Ertzaintza, más 4.500 en todo Euskadi. En estos días nos crispa todo lo relacionado con la violación múltiple en los últimos sanfermines, la prensa nos desvela los abusos sexuales en el mundo del cine y nos exaspera la trata de mujeres engañadas por redes de prostitución.

En estos días os animo a luchar para acabar con el miedo de las niñas, con el miedo de las jóvenes, con la falta de reivindicación de los muchos hombres que deploramos la violencia contra las mujeres así como el miedo y dolor que la evidencian.