EN NOMBRE DE LA PERVIVENCIA DEL TRADICIONAL MODELO AGRARIO ALAVES
01/02/2018 | Jose Antonio Suso
Sé de lo que hablo. Y me permito asegurar que el proyecto de regadío diseñado para Valles Alaveses supondrá un apoyo sustancial al mantenimiento del modelo tradicional de agricultura familiar y al desarrollo rural en Araba.
En 1996, como diputado foral de Agricultura, puse en marcha un concurso público de ideas que supuso algo más que el germen para el diseño de un plan de regadíos eficaz y eficiente para Valles Alaveses. Un plan que, en origen, ya contemplaba una afección de cerca de 11.000 hectáreas, la creación de una balsa de riego de 4 hectómetros cúbicos en la zona de Barrón y un presupuesto total de 50 millones de euros.
Resultado de aquel concurso de ideas la puesta sobre la mesa de un modelo integral de regadío con una seña de identidad: poner en marcha proyectos comarcales, integrales y rentables con el menor impacto medioambiental posible. Un plan analizado y avalado por una importante representación de los mejores expertos estatales del sector en esta materia, miembros del jurado, y aceptado por las personas directamente afectadas por la nueva infraestructura que conocieron sus pormenores tras un intenso periodo de exposición pública para el que se elaboró una maqueta y diferentes folletos informativos, no exento de un buen número de reuniones explicativas, en cada uno de los municipios de la comarca.
Además el proyecto se declaró de interés general, se realizó la exposición pública para alegaciones, todo ello en la legislatura que finalizó en 1999. Posteriormente con la llegada del Partido Popular su ejecución fue asumida por la Confederación Hidrográfica del Ebro que ha remozado el viejo proyecto, incorporando modificaciones, pero manteniendo su espíritu inicial.
20 años después, como es habitual en este territorio, se crea una plataforma que pone en duda la viabilidad del proyecto en base a criterios economicistas. Olvidan que, aquí y ahora, lo que está en cuestión es la sostenibilidad del modelo tradicional alavés de agricultura familiar que requiere de este tipo de infraestructuras para producir alimentos de calidad, para propiciar que Álava cuente con su propio sistema de autoabastecimiento alimentario, para mantener una rentabilidad de los cultivos y para defender la agricultura en una zona con un nivel de despoblamiento elevados el más alto de la Comunidad Autónoma Vasca junto a Montaña Alavesa. En definitiva, para preservar un modelo de vida que ha sido tradicional en Alava.
Aquellos que para otro tipo de cosas obvian lo económico para incidir de manera exclusiva en lo social, ahora abandonan a un sector, como es la agricultura; a una población, como son los agricultores; y un medio, como es el rural, bajo una bandera de color verde con el símbolo del euro.
Tan claro como que la construcción de cualquier infraestructura exige la menor afección medioambiental posible, lo que es que la construcción de una gran balsa tiene menor repercusión negativa en este sentido que la construcción de diversas balsas más pequeñas en diferentes localizaciones.
Pido un poco de visión de futuro. Reconozco que los gastos de construcción se han elevado mucho con respecto a lo diseñado en el primer proyecto elaborado por la Diputación y debían de ser recalculado. Pero esta infraestructura nace para pervivir en el tiempo, en siglos, ante la necesidad de dotar de recursos hídricos al sector agrario un momento en el que el cambio climático amenaza a unos cultivos, que si han de ser competitivos, necesitarán de mayores cantidades de agua en época estival.
La agricultura alavesa debe de competir en igualdad de condiciones que la del resto de la UE, que necesita de recursos hídricos mucho más reducidos por sus mejores condiciones pluviométricas. Una agricultura europea que recibe el 40% del presupuesto comunitario, y que no es posible su supervivencia sin ayudas directas, en un mundo globalizado.
El proyecto de regadío para Valles Alaveses, incluida la balsa de Barrón, supone un elemento vital para el mantenimiento de nuestra agricultura y ganadería. Nuestro modelo de agricultura tradicional es fundamental para esta comarca con evidentes problemas demográficos. Una agricultura familiar que fija población en el Territorio y que reclama y apoya sin fisuras infraestructuras de regadío como la que se propone. Un modelo agrario necesario porque permite el abastecimiento de alimentos de calidad, producidos en un entorno cercano, que hoy en día tiene como elemento definitorio el Km.0.