POLEMICAS FUERA DE LUGAR
13/09/2018 | Jose Antonio Suso
Quien más quien menos; con mayor, menor o nula creencia religiosa, ha encarado la empinada cuesta que une las campas de Olarizu con el alto de Kutzemendi el segundo lunes de septiembre a partir del día de la Virgen.
Forma parte de la tradición de los y las gasteiztarras celebrar el final del verano acudiendo a la romería de Olarizu. Lo vienen haciendo desde mediados del siglo XIX, una vez que la corporación vitoriana comprueba que los mojones limitadores del municipio siguen estando en el sitio donde les corresponde. Una visita que cuenta con registro desde hace más de 420 años.
Muchas de las personas que afrontan la ascensión se han visto sorprendidas por la polémica surgida en torno a la solicitud de derribo de la cruz que corona el cerro por parte del pueblo de Mendiola reunido en Concejo, con un porcentaje de asistencia que no se ha querido detallar.
La oposición del alcalde Urtaran ha sido firme y contundente, además de fundamentada.
A excepción del PP, los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz se han comprometido con la recuperación y conservación de la Memoria Histórica. Para ello, están desarrollando en esta legislatura una serie de iniciativas institucionales a favor del reconocimiento y rehabilitación de las injusticias y agravios cometidos durante la guerra y posterior dictadura. En este contexto, se han instalado memoriagunes en diferentes puntos de la ciudad para contextualizar su historia. Desgraciadamente atacados en varias ocasiones por personas para las que no encuentro un calificativo que plasmar por escrito sin utilizar una palabra gruesa, pero esto es otra historia.
En el último memoriagune instalado, en el entorno de la Casa de La Dehesa, se da a conocer el significado histórico y la utilización política que las autoridades franquistas de la dictadura realizaron de la popularmente conocida como cruz de Olárizu. En la inauguración de la placa, el alcalde Urtaran estuvo acompañado por familiares de los gasteiztarras que impulsaron la instalación de la cruz en 1951 para rememorar la Santa Misión de Vitoria mediante cuestación popular. A muchos de esos familiares les cruje en lo más profundo de sus entrañas una asociación con el franquismo, por pequeña que ésta sea.
Claro no, diáfano. La cruz, de origen religioso, nace de la iniciativa popular. Siguen sin verlo el “fiel de fechos” de Mendiola, que actúa como portavoz de la Junta Administrativa, y algunos de los vecinos que comparecieron la misma mañana de la celebración de la romería de Olárizu para apelar por una autonomía de actuación de las Juntas Administrativas. Un intento de dar a este asunto una nueva derivada y socializar una polémica que no debía haberse producido y que sólo ellos han generado.
Respeto al entramado institucional alavés, sí. Respeto a las Juntas Administrativas y a los Concejos que representan, indudable pero teniendo en cuenta las competencias de cada institución, incluidas las del Ayuntamiento al que pertenecen, y, más aún, al sentimiento de la gran mayoría de los habitantes del municipio de Vitoria Gasteiz, que consideran a la cruz de Olarizu un elemento a mantener, (si es preciso con la eliminación de la placa colocada por las autoridades franquistas). Lo demás no son más que polémicas fuera de lugar.