PATATEROS
25/10/2018 | Jose Antonio Suso
Ya hace muchos años que los territorios hermanos unían el apelativo “patatero” al gentilicio “alavés”. Desde mi punto de vista una denominación cariñosa que tiene su origen en el que fuera cultivo estrella de Araba.
Sin duda, hace 25 años éramos referentes en el cultivo de patata de siembra. El 80% de la patata sembrada en el Estado tenía como origen la semilla alavesa. Y aunque la superficie dedicada a patata de consumo era menor, también constituía un cultivo importante en muchas explotaciones agrícolas. Ambas contribuyeron decisivamente a la viabilidad de los pueblos de Alava así como a otorgar nombre y referencialidad al Territorio. No cabía duda, Araba representaba la excelencia y el liderazgo a nivel estatal.
En los últimos días he asistido a dos actos relacionados con la patata. Celebrábamos el domingo pasado una nueva edición de la Feria de la Patata. Este año en Boveda. La feria nació de la mano del Ayuntamiento de Valdegobía, un mes de febrero de hace 27 años, para ayudar a comercializar los importantes stocks que existían entre los agricultores de Valles Alaveses derivados de un año ruinoso. Y no sólo para aligerar los depósitos de recolecta, también para conseguir un precio digno para un producto en seria caída libre.
Hasta el año 92 el cultivo de la patata se desarrolló bajo un régimen especial de protección relacionado con la adhesión a la UE y el periodo de transición asignado para adaptarse a la coyuntura europea. Fruto de la liberalización y la apertura de fronteras, el aumento de la competencia que abarcaba a otros 13 Estados miembros. Otros indicios de cambio radical se encontraron en los mercados (aparición de las grandes superficies) y en los hábitos de los consumidores.
En aquel momento el cultivo de la patata ocupaba en Alava 9.000 hectáreas. Una climatología adversa, unos precios por el suelo, una feroz competencia europea y un cambio generacional en el sector agrario nos llevó, sin contemplaciones y sin previo aviso, a una drástica reducción de la superficie de cultivo empleada por la agricultura alavesa, pasando a ocupar hoy en torno a 1.100 hectáreas: la mitad aproximadamente destinada a la producción de patata de siembra y, la otra mitad, a patata de consumo.
Sin embargo, en la Feria de Bóveda hemos podido comprobar los cambios sustanciales del cultivo en cuanto a representación y variedad. Un “despertar” que viene acompañado por los resultados del trabajo desarrollado por NEIKER, centro tecnológico heredero de los Centros de Mejora de Arkaute e Iturrieta creados hace 80 años e impulsores de este cultivo. En su stand se arremolinaba un público boquiabierto ante la llamativa variedad y colorido de unas patatas muy alejadas de la versión tradicional. Un producto que da respuesta a otras demandas y usos culinarios, sin perder de vista la rentabilidad de las personas que producen.
Me retrotraigo ahora al martes de la pasada semana para ver cómo una empresa, UDAPA, nacida hace 25 años en la época de declive del cultivo, inauguraba una planta de patata elaborada y lista para consumir, PATURPAT. Un proyecto fruto de la investigación, de la aplicación de las nuevas tecnologías y de la adaptación a las nuevas formas de vida. Un proyecto que permite tener en casa un producto elaborado para poner en escasos minutos sobre la mesa una tortilla de patata, una ensaladilla rusa, acompañar un pescado con patata panadera, etc.
Tenemos tecnología, tenemos empresa y tenemos un sector agrario profesional. Nos falta que el cultivo tome de nuevo proyección para que vuelva a convertirse en referente en nuestro territorio.
Tenemos la oportunidad de impulsar de nuevo este cultivo. Nuestras administraciones lo llevan intentando desde hace tiempo. Ahora podemos conjugar la producción agraria de nuestros agricultores y agricultoras con el trabajo de las empresas comercializadoras alavesas, punteras a nivel estatal, que desarrollan nuevas formas de presentación del producto.
Aquí, un “patatero” deseoso de ver despuntar una vez más un producto tan alavés.