LAS REDES SOCIALES LAS CARGA EL DIABLO
22/11/2018 | Jose Antonio Suso
Cuatro meses después de ser elegido presidente del Partido Popular a Pablo Casado se le vuelven a abrir las carnes internas de su formación política con una nueva crisis, esta vez, vía WhatsApp.
Atrás quedaron Sáenz de Santamaría, Cospedal o Cifuentes. Nueva crisis. Esta vezligada a un mensaje de titularidad desconocida con un contenido incendiario aireado en unas ignífugas redes sociales. Un mensaje reenviado por el dedo del portavoz popular en la Cámara Alta, Ignacio Cosidó, a un grupo compuesto por 146 personas, todas ellassenadores y senadoras del PP. Ahora, sus señorías, todas y todos, bajo sospecha de haber realizado la filtración. Y el grupo, el de whatsapp, ha pasado a la historia por orden del inquilino de la calle Génova.
Ya es sabido que las redes sociales las carga el diablo. No obstante, su uso se antoja imprescindible en plena era de la inmediatez y con el permiso de un desarrollo tecnológico inusitado en el corto plazo. Sólo exige un grado razonable de responsabilidad. Algo tan fácil-algo tan difícil.
No hace falta hoy en día utilizar la tecnología policial del comisario Villarejo, grabando todo desde la mañana a la noche, para que queden al descubierto las miserias particulares e intransferibles de cada uno. Muestras delatoras no faltan. Ejemplos como el de esta semana los hemos visto en tiempos bien cercanos, como los ya conocidos “Luis se fuerte”, “un beso compi yogui”, etc.
Sin embargo, nunca un tuit, un comentario en Facebook o un whats habían contribuido a generar sensaciones y a acarrear consecuencias como lo ha hecho el mensaje Cosidóen el que se daban explicaciones sobre el pacto alcanzado por el PP y el PSOE para repartirse mano a mano los cromos del Consejo General del Poder Judicial. O más bien para explicar, para justificar a sus compañeros de bancada institucional los motivos por los que el PSOE obtenía sobre el PP una mayor representación numérica en el máximo órgano judicial.
En definitiva, una nueva muestra de fanfarronería del PP. Una pasada de frenada referida al ejercicio de control político sobre el poder judicial “por detrás” que ha provocado titulares de prensa unánimes bajo un mismo cariz: “crisis inédita en el sistema judicial”, “injerencia que dinamita el sistema”, “hundimiento del sistema judicial en la mayor crisis de su historia”,…
Que se hayan llegado a acuerdos sobre la composición del CGPJ no es algo nuevo. Tampoco tiene porque ser malo siempre que se asegure una representación de todas y cada una de las sensibilidades políticas de la sociedad. Al fin y al cabo, el ser humano es animal político, se sea o no se sea juez, fiscal,... Es la esencia de la democracia. ¿Cuál es la diferencia entre el antes y el ahora? Indudablemente haber sobrepasado los límites para quebrar una premisa a todas luces fundamental: el respeto a que la judicatura pueda desarrollar su tarea, que no es otra que juzgar y ejecutar lo juzgado de forma justa, rigurosa e independiente.