Tempranillo, mazuelo, graciano, viura, malvasía, garnacha blanca…son la materia prima viva que da sabor, color y olor a los vinos alaveses. Desde que los egipcios fermentaran el mosto en grandes vasijas de barro a la actualidad el proceso de cultivo y de transformación del vino ha vivido una auténtica revolución para hacer de los caldos alaveses un producto de extraordinaria calidad con opciones para medirse cara a cara con otros de renombre a nivel internacional.

Llegar a este estadio ha sido posible gracias a la constancia y al esfuerzo de los hombres y de las mujeres que miman la viña. Trabajo individual realizado a pie de calado que se suma al venido desde el asociacionismo para revolucionar la promoción, la formación, el asesoramiento, la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales, el fomento de la innovación o la aplicación de las nuevas tecnologías. 

Conceptos ahora indivisibles al mundo del vino que, en gran medida, se han visto favorecidos por el trabajo común realizado por la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) desde 1990. Casi 30 años dedicados a dotar de contenido a la “marca Rioja Alavesa” y hacerla visible.

ABRA ha soportado en los últimos meses una sísmica situación interna no exenta de continuas réplicas. Allá por el mes de abril exprese públicamente mi opinión contraria a la decisión legal, soberana y respetable que esta asociación privada había adoptado para prescindir de la referencia de singularidad “Rioja Alavesa” y reconvertirse en Bodegas de Euskadi para facilitar la incorporación de productores de txakoli o sidra.

Conozco la máxima que asegura “rectificar es de sabios”. ABRA ha recuperado su nombre manteniendo la referencia Rioja Alavesa. Creo que existen sólidos mimbres que posibiliten un trabajo común entre los diferentes sectores vitivinícolas de Euskadi. Y es una vía que hay que seguir analizando, en una colaboración conjunta de vinos y txakolis, especialmente en el mercado internacional. Estoy convencido que ABRA seguirá trabajando por Rioja Alavesa, por sus vinos, por su diferenciación. 

En la última renovación de su Junta Directiva se incorporaron a la misma un grupo de jóvenes vitivinicultores que trabajan en sus explotaciones por la diferenciación de los vinos de la comarca y por hacer cosas nuevas. Me parece digno de aplaudir. Forma parte de un relevo generacional necesario. Permite vislumbrar un futuro prometedor.

También conozco aquel otro dicho que reza “a rio revuelto, ganancia de pescadores”. Es el que me viene a la cabeza al conocer la exigencia de un grupo de 34 bodegas que “reclaman la cabeza” de la Junta Directiva de ABRA. Esto es, solicitan que la Junta Directiva ponga sus cargos a disposición de la Asamblea.

No puedo compartir ahora esa reacción organizada de un grupo que se ha manifestadoausente en las asambleas convocadas en los últimos años demostrando escaso interés por todo lo que concierne a una asociación de la que han pasado hasta ahora a “colores”. 

Creo que es el momento de seguir avanzando, de trabajar por la comarca y por su principal fuente económica, de aprovechar lo positivo de la situación (como es participación interna en las ultimas Asambleas), como un revulsivo para impulsar la Asociación y trabajar de forma conjunta, entre todos, incluyendo las instituciones, por poner en valor “Rioja Alavesa”. Todo ello, desde el respeto absoluto a las decisiones que se tomen por sus asociados.