Me descubre San Google la existencia de un más que considerable número de autores y autoras que optaron por incluir en el título de sus publicaciones dos términos antagónicos: “luces y sombras”. Los mismos que quiero utilizar para encuadrar el comienzo de un nuevo curso político que, para empezar y sin intención de generar desasosiego con tinte depresivo, nos apercibe con el cambio de década que nos endosa el inexorable e imparable transcurso del siglo XXI.

Sombras.

18 días. Es el plazo de tiempo en el que despejaremos la incógnita generada tras el fallido intento de investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno español. Conoceremos si se ha puesto toda la carne sobre el asador y si esa carne sale de la parrilla cruda, chamuscada o en perfectas condiciones para ser consumida y, de esta manera, evitar una nueva llamada a las urnas. La cuarta en el mismo plazo de tiempo que dura una única legislatura. Cuatro años incubando el virus de la incertidumbre y de la inestabilidad. Un virus que campa a sus anchas solapado por el ruido que provocan unos actores políticos que han entrado en bucle tras generar un escenario caracterizado por el inmovilismo.

Luces.

Araba y Vitoria-Gasteiz se mueven. Y lo hacen con brío. Las mayorías políticas tejidas tras las elecciones forales aseguran un periodo de estabilidad para los cuatros próximos años en Juntas Generales. Un futuro que se atisba prometedor como fruto del empeño por mantener el estándar de gestión eficaz demostrada y reconocida de la pasada legislatura. Por su parte, la ciudad se despereza tras las vacaciones estivales. Lo hace con el arranque de un buen número de actuaciones decisivas, de calado, que supondrán un revulsivo en el campo de la movilidad sostenible y una radical trasformación de determinados espacios urbanos que harán de Vitoria-Gasteiz una ciudad puntera y más agradable para propios y extraños.

Y en este apartado dedicado a las luces…no puedo olvidar el foco bajo el que pasea Vitoria-Gasteiz esta primera semana de septiembre atravesando la alfombra naranja que extiende la notable organización del FesTVal desde hace 11 años de manera consecutiva. El único certamen estatal dedicado en exclusiva al mundo televisivo tiene sabor gasteiztarra. Caras guapas, “looks” espectaculares,…llenan de glamour el entorno del teatro Principal a la espera de ser capturados por los smartphones de las y los incondicionales seguidores catódicos.