A LA CARRERA
10/10/2019 | Jose Antonio Suso
El lehendakari Urkullu nos anunció el lunes las negociaciones que está realizando el Gobierno Vasco con la organización del Tour de Francia para que el pelotón ciclista galo comience a pedalear en Euskadi en 2023. Repercusión mediática + repercusión económica = iniciativa atractiva. Incide en el fortalecimiento del grado de conocimiento de Euskadi fuera de nuestras fronteras. Y, además, lleva implícito un retorno económico en la tarea de atender una caravana que arrastra un importante número de personas entre equipos ciclistas, periodistas especializados y la propia organización.
Sin esperar al 2023 otro tipo de pelotón ciclista se ha reactivado con garra para afrontar desde hoy 31 etapas con meta final en el 10N. En estas últimas jornadas lo mismo hemos podido ver a Casado acariciando la crin de un caballo en Córdoba que visitando en la pacense Zafra una granja de cerdos ibéricos, dando buena cuenta del pernil curado de algún ejemplar.
En un acto que pretendió ser un 2x1, recibimos al candidato a la reelección, Pedro Sánchez. Nos dejó su ¿¿tranquilizador?? compromiso para cumplir el Estatuto de Gernika y reforzar el autogobierno vasco. Pasó por alto el incumplimiento de una ley, a las puertas de cumplir 40 años, por parte de todos los gobiernos españoles habidos, sea cual haya sido su color político. Pasó por alto su propio incumplimiento de los compromisos alcanzados en materia de traspaso de competencias pendientes así como de la ejecución de diferentes acuerdos presupuestarios comprometidos, que para Araba se traduce en la paralización de las obras del TAV, de la plataforma logística de Júndiz o de los regadíos de Rioja Alavesa. El socialismo vive su particular ‘día de la marmota` repitiendo discurso pero ahora con un ligero tembleque en las cachas por los augurios de las tendencias sociológicas que pronostican una subida muy moderada en escaños para el PSOE, en el mejor de los casos, con encuestas a la baja en los últimos días.
Mientras el popular Casado comienza a abandonar esa zona de confort en la que se instaló tras el 28 de abril, viendo los toros desde la barrera como si la cosa no fuera con él. Bendiciendo esta segunda oportunidad que le han ofrecido terceros, ha reubicado peones. Y aquí, en Euskadi, pese a la celebración de jornadas internas de confraternización, la realidad se antoja tozuda y vuelve a imponer candidaturas desoyendo las voces de los suyos. Tras la espalda se puede apreciar el cruce de dedos para que las cuentas cuadren y la suma de las derechas le faculte como el próximo morador de La Moncloa. No le dolerán prendas en recoger los apoyos de esa extrema derecha, ahora lleva el lema Plus Ultra (Más Allá), que amenaza con ilegalizar a formaciones políticas democráticas como EAJ-PNV.
Resignado ante la evidencia de que ya no liderará ese bloque ideológico, el ciudadano Rivera ahora sorprende con una disposición al pacto con los socialistas con condiciones que permita la gobernabilidad de un Estado que, a estas alturas, pone los ojos como platos ante tanto tumbo. Una solución que, tomada a tiempo, hubiera servido para taponar una constante fuga de cargos públicos relevantes y, así, finiquitar la crisis interna de calibre que padece Ciudadanos.
Sin recuperarse del proceso negociador interruptus, Unidas Podemos constata el nacimiento de un adversario electoral de entre sus propias filas. Un Iglesias noqueado trata de convencer sobre la conveniencia de apostar por el original y denostar al “traidor”, conteniendo el aire para que los estudios sociológicos yerren en sus pronósticos a la baja.
Todos, de un extremo a otro, han reanudado la carrera ofreciéndose como la garantía de gobernabilidad que nunca fueron en los meses anteriores. Y no lo fueron porque priorizaron sus propios intereses pese “a tener a España en la boca todo el día”, como dijo Aitor Esteban.
¡Qué nos quedara por ver todavía en los treinta días que quedan de precampaña y campaña!