LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS. FERIAS AGROGANADERAS: REIVINDICACIÓN DE LO RURAL

16/11/2017 | Jose Antonio Suso

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LO QUE FUIMOS, LO QUE SOMOS. FERIAS AGROGANADERAS: REIVINDICACIÓN DE LO RURAL

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Miel de Antoñana, morcillas de Maeztu, patatas de Villaverde, pan de Azaceta, queso de San Vicente… la oferta de ocio y tiempo libre de Izki, el arte de los bolillos en vivo y en directo. Disfrute el pasado domingo recorriendo las calles de Kanpezu y conversando con las y los productores, artesanos y ganaderos locales que lucían sus productos en la última feria agroganadera que se celebrará en Alava hasta el próximo año, excepción hecha de la feria de Navidad en Vitoria-Gasteiz.

La de San Martín, como el resto de las ferias agroganaderas, perviven avaladas por la tradición. Algunas, como la de Agurain, han superado hace tiempo los seis siglos de ediciones celebradas de manera ininterrumpida año tras año. Otras, como la de Santa Cruz de Kanpezu, desaparecieron para ser recuperadas por sus vecinos y vecinas en nombre precisamente de esa tradición. Son muestra de lo que fuimos y de lo que somos.

Suponen una reivindicación del rico mundo rural alavés. La puesta en escena de una representación que debiera titularse: “lo rural también existe”. La visualización de una forma de vida con recursos propios. Un escaparate que salta a nuestros ojos con la más variada gama de productos Km.0 que los visitantes compran para degustar con sus familias y recuperar lo natural.

Son precisamente esos recursos los que se hacen palpables en día de feria con la exposición de un producto final nacido de las actividades que se desarrollan en cada una de las zonas de Alava. Dan a conocer las singularidades del territorio en términos de agricultura, ganadería, artesanía y gastronomía. De un modo de producción, de un modo de vida, en definitiva.

Suponen una posibilidad para que el mundo urbano se acerque al rural. Sirven a la sociedad como nexo de unión de dos mundos a veces tan cercanos, muchas veces tan lejanos. El pegamento que aúna el conocimiento de la riqueza de una Araba que, de norte a sur y de este a oeste, presenta las peculiaridades, las singularidades medioambientales, arquitectónicas, culturales,… de un territorio manifiestamente macrocefálico en el que la capital ostenta una aplastante supremacía demográfica, fuera de cuestión, respecto al resto de los municipios alaveses.

Otro aspecto a considerar por su incidencia. Este tipo de encuentros anuales posibilita el mantenimiento y desarrollo de pequeñas economías locales que, acompañadas en ocasiones por otro tipo de proyectos de mayor o menor dimensión y repercusión económica, mantienen vivos los núcleos rurales. Con diferente ritmo cardíaco, pero vivos y con muchas ganas de vivir.

Esa aspiración, a buen seguro, obtendrá rendimientos en términos productivos. Así como lo tendrá el trabajo y el compromiso de las instituciones vascas y alavesas en la búsqueda de implantación de nuevas economías como herramienta para la consecución de un equilibrio territorial que equipare la calidad de vida de todas y todos los alaveses, independientemente de su lugar de residencia.