ERASMUS: UNA EXPERIENCIA VITAL MUY BIEN ACEPTADA POR LA JUVENTUD VASCA
03/05/2018 | Jose Antonio Suso
Oía hace unos días que educábamos a nuestros hijos e hijas con películas de Walt Disney cuando la vida se asemejaba más a la serie Walking Dead. Una frase para la reflexión, sin duda.
Esta semana he escrito el artículo en Italia donde he pasado estos días festivos visitando a mi segunda hija, estudiante de ERASMUS.
El año pasado se cumplía el 30 aniversario de la puesta en marcha de este programa de becas para el intercambio educativo al que los y las universitarias vascas se acogen con el promedio más elevado que en el resto de las Comunidades Autónomas según las comparativas estatales realizadas. El País Vasco se sitúa como la Comunidad Autónoma con el promedio más elevado de estudiantes Erasmus por total de matriculados (0,17), con una diferencia notable respecto a Madrid (la siguiente con un promedio de 0,09).
Desde un punto de vista, más o menos rancio, hay quienes han definido este programa como una treta universitaria para pasar un año de fiesta. No lo comparto. Mi percepción sobre ERASMUS va mucho más allá. No quiero centrarme en lo obvio, en la posibilidad de completar un curso académico en un país europeo extranjero y, en consecuencia, aprender y/o perfeccionar un idioma lejos de dinámicas más tediosas como pudieran ser los libros de ejercicios y las academias. Acentúo su valor en la posibilidad de mantener una enriquecedora experiencia vital. Descubrir, mediante el intercambio de ideas con personas de orígenes diversos, otras formas de hacer las cosas, ni mejor ni peor, sólo diferente. Una puerta abierta por la que adentrarse en los procesos de maduración y de crecimiento personal que permitan afrontar el Walking Dead particular con que a cada uno nos sorprende la vida. Una experiencia en la que cada éxito y cada fracaso son fruto de la propia responsabilidad.
Cuando mi hija nos planteó su intención de acogerse a este programa en Italia, nos presentó una redefinición del acrónimo elaborada por alguien que ya había pasado por esa experiencia. Identificaba cada una de las iniciales de la palabra ERAMUS a los valores que aporta:
E-experiencia, R-razonar, A-amistad, S-sobrevivir, M-madurar, U-unión, S-solución
Ante la tarjeta de presentación, la respuesta no puedo ser otra, como así lo hacen miles de madres-padres en Euskadi, que apoyar una iniciativa de este tipo, que para quienes formamos parte de mi generación ni era una alternativa factible ni siquiera imaginable pero siempre deseable y recomendable.