VITORIA-GASTEIZ, CIUDAD DEPORTIVA
05/07/2018 | Jose Antonio Suso
Tropezaba el pasado lunes al mediodía con un conocido que se dirigía al hospital para someterse a una prueba de escáner. El motivo me sorprendió. Por prescripción médica, quería saber hasta qué punto la práctica deportiva intensa le estaba generando un problema de salud real.
En dos días se celebra una nueva edición del Triathlon de Vitoria-Gasteiz. Uno de los principales eventos deportivos que acoge nuestra ciudad en el que está prevista la participación de unos 2.600 deportistas de primer nivel, procedentes de 37 países diferentes.
Esta undécima edición cuenta además con un aliciente suplementario que combina deporte y solidaridad. El exprofesional, Hektor Llanos, acompañará a Uxue Txasko, con una parálisis cerebral que le provoca una discapacidad del 97%, en su debut como triatleta para dar cuenta de los “116 kilómetros por Uxue”.
En cualquiera de los casos, hablo de una prueba dura, muy dura, que exige un esfuerzo máximo físico y síquico como culminación de un prolongado periodo de arduo entrenamiento. En su versión Full (el nombre lo dice todo) el reto deportivo exige cumplimentar 3.800 metros a nado en el pantano de Ullibarri, 180 kilómetros sobre dos ruedas y 42 de carrera a pie por las calles gasteiztarras.
Cada vez más se prodigan este tipo de pruebas deportivas que exigen esfuerzo y superación de metas. Nunca mejor dicho, una carrera de fondo personal a golpe de cronómetro para rebajar los dígitos prueba tras prueba.
Lo han denominado “fiebre del running”. Viene acompañada por un estilo de vida concreto y, en ocasiones, por una exigencia de mejora constante que puede convertirse en obsesión cuando se alargan los periodos de entrenamiento y se reducen los tiempos de descanso para recomponer el físico.
Aparece así otro de los conceptos que sobrevuelan en torno a la práctica deportiva: la competitividad que conlleva la exigencia de mantener una perfecta condición física en la que la utilización de métodos tecnológicos, cada vez más sofisticados, permiten conocer nuestros límites.
Veo muchas tardes en la puerta de la tienda de Martin Fiz (uno de los grandes que sigue llevando el nombre de Alava por el mundo después de haber “abandonado” su vida deportiva profesional y recalco las comillas) runners de todas las edades, en un ambiente de cordialidad admirable, inmersos en el calentamiento previo, dispuestos a recorrer, zancada tras zancada, una ciudad que se presta a la práctica de deporte tanto a un nivel de máxima exigencia como a nivel aficionado.
Y es que Vitoria-Gasteiz, aprovechando su condición green, se reinventa como ciudad del deporte para convertirse en referente internacional.