UN BUEN MODELO PARA GESTIONAR EL AGUA
29/11/2018 | Jose Antonio Suso
El agua es un bien público. Su abastecimiento y saneamiento un derecho individual. En estas latitudes, por fortuna, factible y accesible. En consecuencia, y por desgracia, desmerecemos su verdadero valor.
A excepción de la capital, el histórico territorial nos remite a los Concejos y a sus Juntas Administrativas, con un importante apoyo foral, como el alma mater de la gestión del ciclo integral del agua desde su captación hasta su distribución pasando por el tratamiento potabilizador y el mantenimiento de redes y depósitos. Los Concejos siempre han sabido asegurar el abastecimiento de agua en unas condiciones sanitarias aceptables y su saneamiento con unos parámetros suficientes, a pesar de las limitaciones de las infraestructuras existentes.
En los últimos 20 años la evolución del marco legislativo regulador del ciclo del agua, con una mayor vocación medioambiental, ha imprimido un cambio radical en los procesos de gestión. Como de la noche al día. Durante ese tiempo hemos visto nacer los primeros consorcios comarcales; unos de mayor dimensión, como en Ayala y Rioja Alavesa, otros de carácter más local y tamaño más reducido.
El ejecutivo foral de Ramiro González ha dado en esta legislatura un paso firme y decidido para solventar la “madre de los escollos” que supone la obligada adecuación a la nueva normativa europea: la obligación de autofinanciar el sistema a través de una gestión económica que consiga el equilibrio entre ingresos y gastos así como laamortización de instalaciones con cuotas de uso, en cada caso.
AMVISA ya lo ha propiciado en Vitoria-Gasteiz. Pero ésta es una jurisdicción que, por volumen de población especialmente o por el uso industrial de este recurso, ofrece mejores posibilidades en el equilibrio de las cuentas. En otras zonas de Araba los costes del agua pueden multiplicarse por tres o cuatro.
En esta coyuntura sólo agrupando esfuerzos podremos afrontar con suficiente garantía los retos de futuro. Hombro con hombro. La propuesta formulada por Diputación Foral de Alava para crear un Consorcio de adscripción voluntaria constituye una buena herramienta. Un órgano en el que los Concejos delegan gestión, no pierden competencias, tras la adopción de una decisión de carácter reversible. Un órgano que exige la presencia de Diputación como mecanismo para que la institución foral sigaprestando apoyo económico en esta materia. Un órgano decisorio en el que la mayoría sigue residiendo en los Concejos y Ayuntamientos. Una propuesta que se acerca a los modelos de territorios limítrofes, como Bizkaia o Gipuzkoa, que nos llevan muchos años de adelanto en esta materia.
Una propuesta sin poros que pretende ser horadada por una oposición carente de argumentos solventes más allá de los generados por el habitual “no por el no”. Desde la izquierda incluso hacen revivir viejas costumbres llamando a la puerta de quienes han apostado por una adhesión al Consorcio, presionando y exigiendo la paralización de los acuerdos ya adoptados por el pueblo. Desde la derecha, con vaivenes. Hoy igual sí, mañana igual no. En el ámbito de lo privado, incluso alaban esta propuesta que se antojaba necesaria.
Todo lo nuevo cuesta. Todos los cambios son difíciles. Pero los nuevos tiempos deben gestionarse con nuevas herramientas sin perder la esencia de nuestra singularidad. Sí o sí, desde mi humilde opinión, las entidades responsables de gestionar el ciclo integral del agua deben optar por darse la mano en torno a esta versión de carácter voluntario.Será bueno para nuestros pueblos, para Araba, para todas las personas.