ESTE AÑO NO TOCA
30/07/2020 | Jose Antonio Suso
ESTE AÑO NO TOCA
En seis meses el Sars Cov 2 ha pasado de ser esa “cosa” desconocida de consecuencias inciertas que genera incertidumbre a colocarse en lo más alto del ranking como el elemento más corrosivo constatado y contrastado de nuestra salud y de nuestra economía.
Hemos podido certificar cómo se las gasta la Covid-19. Encogen el estómago las muestras que ofrece su repercusión tanto en las empresas como en su parte social. Ésta ha sido una mala semana en la que se han simultaneado los anuncios de reducciones de plantillas en industrias tractoras del Territorio en las que no cuadra el balance económico del último semestre y la publicación de unos crudos datos actualizados sobre el incremento del desempleo en ese mismo periodo. Entremedio alguna píldora positiva como la salida del ERTE de la totalidad de la plantilla de Michelin que te coloca en una montaña rusa emocional.
Y con el estómago todavía encogido entrecortan la respiración las cifras del recuento de personas contagiadas por el virus que cada día aportan las autoridades sanitarias. Aumento de contagios, incremento de hospitalizaciones, primeros ingresos en los servicios de cuidados intensivos tras meses de instalaciones sanitarias casi vacías. Un adelanto de las previsiones fechadas para el próximo otoño.
Nos volvemos a encontrar en un momento de máxima exigencia sanitaria en el que la responsabilidad individual debe priorizar sobre las últimas restricciones impuestas a la diversión que entrarán en vigor este fin de semana. Dicho de otra manera, no podemos necesitar un policía, talonario de multas en mano, a nuestras espaldas para decirnos lo que ya sabemos. El “pepito grillo” que cada persona llevamos dentro debe ser el mejor defensor de nuestra salud y de la del prójimo.
Sabemos que el coronavirus no casa con una de nuestras particularidades como sociedad: la celebración en grupo, sea bajo techo o sea al raso. Deja de ser anecdótico que nuestra consejera de Salud tuviera que recordar hace dos días que el virus no está en los lugares sino en las personas. Como tampoco lo es, a estas alturas de la película, constatar semejante ausencia de responsabilidad en el ejercicio de determinados comportamientos que conllevan un riesgo sanitario individual y, sobre todo, un riesgo colectivo.
Somos una sociedad a la que le gusta la fiesta. El virus nos ha castigado con un largo confinamiento. Tenemos ganas de recuperar el tiempo ¿perdido? y, a poder ser, lo más rápido posible. A trancas y barrancas hemos ido asumiendo y respetando la progresiva suspensión oficial de festividades en todo Araba. Queda por delante todo agosto considerado como el proto-mes festivo por excelencia. Son muchas las localidades alavesas, incluida la capital, que tienen marcado en rojo el calendario durante esta época del año. Pero este no va a ser un verano más. Este año no toca. Por salud fundamentalmente. Por economía también. Por responsabilidad.
Nos reencontramos en septiembre.