Con rotundidad, sí. Estoy orgulloso de Vitoria-Gasteiz. Tenemos una capital en la que siempre se ha vivido bien y cada vez se vive mejor aunque haya veces que tengan que venir de fuera a contárnoslo.

Me descubre San Google la existencia de un más que considerable número de autores y autoras que optaron por incluir en el título de sus publicaciones dos términos antagónicos: “luces y sombras”. Los mismos que quiero utilizar para encuadrar el comienzo de un nuevo curso político que, para empezar y sin intención de generar desasosiego con tinte depresivo, nos apercibe con el cambio de década que nos endosa el inexorable e imparable transcurso del siglo XXI.

En estos últimos días he visitado tres aeropuertos diferentes. Diferentes en tamaño. Diferentes flujos de viajeros. Diferentes terminales. Diferentes también las ciudades en las que están asentados, bien por el volumen de población que acogen (la menor de 90.000 habitantes) bien por la demanda de transporte aéreo que exigen (la mayor con 4.500.000 viajeros anuales).  

Semana para la rúbrica de acuerdos.

Tempranillo, mazuelo, graciano, viura, malvasía, garnacha blanca…son la materia prima viva que da sabor, color y olor a los vinos alaveses. Desde que los egipcios fermentaran el mosto en grandes vasijas de barro a la actualidad el proceso de cultivo y de transformación del vino ha vivido una auténtica revolución para hacer de los caldos alaveses un producto de extraordinaria calidad con opciones para medirse cara a cara con otros de renombre a nivel internacional.