Esta semana conocíamos oficialmente que la unión de empresas que gestiona la limpieza de calles y la recogida de residuos en Vitoria-Gasteiz renunciaba al contrato de un servicio que hubiera estado vigente hasta 2023, con posibilidad de ampliación a otros dos ejercicios. La decisión tiene una única motivación: la inviabilidad económica de mantener la gestión del servicio en las condiciones pactadas, con pérdidas anuales de más de 3 millones de euros para las empresas, según los datos aportados por las mismas.

Chang Li se llevó a casa un cachorro abandonado. Le alimentó y cuidó durante tres años. Eso sí, empezó a preocuparle que el cachorro se apoyara sobre sus dos patas traseras para caminar erguido como un plantígrado y que con ocho meses tuviera una altura de metro setenta y un peso de 80 kilos. Al tozudo Chang Li le costó tres años darse cuenta de que el animal que comía como un oso, se movía como un oso y actuaba como un oso, no era un perro sino un oso.

Parece fácil ponerse en la piel de quienes han sufrido en primera persona el arrebato injustificado  de un familiar a manos de quien carece de escrúpulos para segar la vida de manera gratuita. Parece fácil porque no exige a priori mayor reflexión que la que emana de la bilis para reclamar justicia contra el delito; cuando no venganza ante la impotencia y la rabia que genera la sinrazón. Pero ambos conceptos, justicia y venganza, se encuentran en polos opuestos. Como el agua y el aceite resulta imposible mezclarlos.

En unos minutos las mujeres y los hombres del Partido Nacionalista Vasco nos reuniremos junto a la escultura vegetal de la Virgen Blanca para reivindicar la igualdad real y efectiva de género. Nos reuniremos para reivindicar que todas las personas somos iguales independientemente del capricho que en su día tuvieron los cromosomas de cada uno o de cada una a la hora de emparejarse.  

El Concierto Económico es el paraguas que cobija a la sociedad vasca. Nadie debiera pasar por alto los duros ataques que padece, bien por el desconocimiento que provoca la mediocridad bien por la necedad de quienes, con miras cortoplacistas, intentan rascar unos votos en España enarbolando la bandera de su eliminación.