De haberme dejado guiar en exclusiva por el sentido del oído, hubiera incurrido en un grave error. Menos mal que, además del oído, tenía los ojos abiertos. Hablaban de un tema de competencia municipal circunscrito a Vitoria-Gasteiz. Sin embargo, los protagonistas no estaban en el estrado como concejales sino como parlamentarios. No se debatía en el salón de Plenos del Ayuntamiento sino desde la tribuna del Parlamento Vasco. Hablaban de unas nuevas cocheras para los autobuses de la capital de Euskadi, en un punto que debía ratificar el convenio entre instituciones para el proyecto piloto de  bus eléctrico que se implantará en la capital gasteiztarra como nuevo sistema de transporte público. Un proyecto en el que Gobierno Vasco aporta 27 millones de euros, por un lado, y Diputación  8 millones de euros, por otro; los mismos que el Ayuntamiento de Gasteiz.

Récord de ingresos fiscales en Alava y en el resto de las haciendas vascas durante el año 2017. Los datos sobrepasan el techo alcanzado a las puertas de la crisis económica en 2007.

Conozco Rioja Alavesa al dedillo. He paseado por todos y cada uno de los 17 municipios que dan vida a esta comarca. Me atrevo a decir que el sur de Araba, en sí mismo, es un “museo” que pone cara a nuestro territorio fuera de sus fronteras por sus características geográficas, por sus gentes, por sus peculiaridades culturales,… por tantas cosas.
Conozco de cerca el esfuerzo de las personas dedicadas a la viticultura para hacer crecer, transformar y promocionar el producto desde su origen en la viña hasta su destino final en la mesa del consumidor, allí donde sea. Todos y cada uno de esos pasos requiere de un extraordinario cuidado, mucho mimo no exento de un alto grado de desvelo.
No quiero incidir en el proceso de cultivo y de transformación del vino que, en las últimas décadas, ha vivido una autentica revolución para convertir todos los caldos alaveses en un producto de extraordinaria calidad con posibilidad de medirse cara a cara con otros de renombre a nivel internacional. En el siglo XXI de nada sirve tener un producto de calidad anónimo. En la creación de un escaparate al mundo debemos derrochar toda la energía posible. Todos, de la mano.
A finales del mes de enero el alcalde Urtaran comenzó a poner las bases para convertir el palacio Zulueta en un Centro del Vino como elemento de difusión y promoción de los vinos alaveses. Un proyecto que permita una ubicación referencial en este campo, en materia gastronómica y en toda la cultura relacionada con nuestros vinos. Supone una magnífica oportunidad para el desarrollo económico alavés en un proyecto en el que confluyen los intereses de muchos sectores: el bodeguero, el turístico, el comercial, el hostelero, … de Rioja Alavesa, de Ayala, de Vitoria-Gasteiz, en definitiva, de todo Álava.
El palacio Zulueta se convertirá así en un lugar de encuentro, una “embajada” en Vitoria-Gasteiz de los vinos de calidad alaveses. Venía siendo hora de que la capital abanderara la promoción de uno de los productos estrellas del territorio como lo hacen otras ciudades italianas, austriacas o francesas que participan activamente en alimentar el escaparate internacional de los vinos que se elaboran en su entorno. Una Vitoria que sirva de antena emisora al mundo de las cualidades de los vinos alaveses, tanto los que nacen en tierras riojano-alavesas como los que lo hacen en tierras de Ayala.
La capital de un territorio productor de un excelente vino no puede dar la espalda a la de promoción de esos caldos. Y nadie mejor para hacerlo por su potencialidad. No sólo porque acoja al 80% de la población alavesa sino por haberse convertido en referente turístico vasco que redirecciona, desde sus oficinas de turismo, al cada vez mayor número de visitantes de nuestra ciudad.
Con el Centro del Vino del palacio Zulueta, todos los alaveses y alavesas salimos ganando.

Sé de lo que hablo. Y me permito asegurar que el proyecto de regadío diseñado para Valles Alaveses supondrá un apoyo sustancial al mantenimiento del modelo tradicional de agricultura familiar y al desarrollo rural en Araba.

Sostenible es muchas veces una palabra que se repite con frecuencia, de manera mecánica e innecesaria en muchos discursos. Se utiliza en ocasiones para expresar lo que se pretende ser y a dónde se quiere llegar, desconociendo su significado y vaciándola de contenido, como una “muletilla” que utiliza permanentemente el orador.